Esto que les voy a contar es mas o menos lo que me pasó desde que salí del huevo que esta ahí arriba.
Gervasio pierde el norte
¡Cómo tiritaba! mi pico castañeteaba, ¡me estaba helando! Otras veces tuve frío, sin embargo nunca había visto ese manto blanco que se recortaba en la entrada del nido y que lo cubría todo.
Es que hacía poco había nacido de un huevo y mi mamá golondrina no me dejaba salir. Eso me hacía enojar mucho, a veces sentía que mis piernas necesitaban moverse y me ponía nervioso:
—¡¿Mamá, cuándo voy a poder salir?!
—Cuando se vaya la nieve y lleguen las flores —me decía.
«Cuando se vaya la nieve y lleguen las flores… ¿Y eso cuándo va a ser?». Pensaba yo.